Dentro de la iglesia de Nuestra Señora en Brujas descubrí dos hermosas e inesperadas tumbas, las de María de Borgoña y su padre, Carlos el Temerario.
María de Borgoña, esposa del emperador Maximiliano I y madre de Felipe I, el Hermoso, es un personaje de leyenda, a pesar que murió muy joven (o tal vez también por eso). Fue Condesa de Flandes antes de cumplir los 20 años, y cinco años después moría en un accidente cuando practicaba su afición favorita: la caza con halcones. Su caballo tropezó, cayó sobre ella y le produjo heridas que acabarían con su vida unos días después. Los libros de Historia dicen que la muerte de María de Borgoña supuso el fin del esplendor de Brujas y el comienzo de su lenta muerte.
Junto a la tumba de María de Borgoña está la de su padre, Carlos el Temerario, que curiosamente se hizo 60 años después, porque su cuerpo había sido inicialmente enterrado en Francia. La tumba de Carlos es renacentista, más realista. más sobria, y más austera. Fue encargada desde España y la pagó su tataranieto Felipe II desde El Escorial
La tumba de María representa el esplendor y el orgullo de Brujas. Es de estilo gótico, refinada, delicada y con una auténtica pasión por el detalle. El interior de esa tumba guarda un tesoro: una pequeña caja de plomo en la que está el corazón de su hijo, Felipe el Hermoso, el esposo de Juana I de Castilla. A sus pies, los perros de la fidelidad y a los de él, el fiero león.
La diferencia de años entre ambas tumbas se nota y tiene más mensaje del que pueda parecer a simple vista. En ellas está escrito el destino de Brujas.
Con una de estas tumbas había terminado la Edad Media y con la otra estaba comenzando el Renacimiento…
Un mundo nuevo en el que definitivamente no iba a haber sitio para Brujas.