Si observamos las innumerables estatuas de dioses, faraones o gente común, descubiertas en Egipto, enseguida nos damos cuenta de que, a pesar de estar situados geográficamente en el continente africano, los egipcios poco o nada tienen que ver con los pueblos que les rodean, sino el resultado de todos ellos. Tanto el valle y como el delta fueron el crisol donde se fundieron genotipos de origen muy diverso, formando uno nuevo: la raza egipcia.
Se dieron dos variedades claramente diferenciadas, gentes de piel aceitunada, con diversos tonos de ojos marrones, cabellos lacios castaños y negros, que vivieron en el norte del país, pero si ascendemos por el Nilo hacia el sur, su color de piel se oscurece progresivamente, los ojos son negros y los cabellos crespos y ensortijados.
Los primeros eran de constitución robusta y talla media. Los segundos eran más altos y estilizados y sus miembros más finos y largos. Los rostros de todos ellos mostraban perfiles y rasgos orientales o negroides según sus diferentes ascendencias y constituciones sanguíneas.
Esa mezcla dio como resultado hombres más bien altos, pero sin alcanzar una talla gigantesca, sus hombros anchos y fuertes, el vientre plano y los miembros bien desarrollados. Los rasgos del rostro eran especialmente identificativos de la raza egipcia: ojos grandes y almendrados, la nariz fuerte y a menudo, casi aplastada, los labios un poco gruesos y la frente ligeramente aplastada. Tales son las características de los nobles que constituían la estructura social superior de Egipto desde el Imperio Antiguo.
Seij El Beled o Ka-Ape), pertenece al otro tipo, el perfecto propietario rústico. Más bajo de estatura, sus miembros acortados pero con esa mirada profunda e inquisitiva de quien conoce su poder, cuando inspecciona sus dominios.
Otro tipo social específico de Egipto fueron los escribas. Arrodillados o sentados, muestran bajo los rasgos étnicos, un hombre de mirada penetrante, que parece adivinar el pensamiento de su amo antes de que se exprese. La humildad de su actitud se contrapone al papel tan relevante que desempeñaban en la sociedad egipcia, gozando de una alta consideración social.
La mujer, por su parte, se la representa en igualdad de condiciones al hombre, se le reconocía su prestigio. Ahí está Nofret, la esposa de Ra-Hotep. Sus características son de piel más pálida, de un tono azafranado y bajo sus ropas se perciben cuerpos gráciles de miembros finos y largos.
Según las épocas las representaciones varían y nos muestran diferentes tipos de mujeres, desde reinas como la bella Nefertary hasta las modestas portadoras de ofrendas. De manos finas, provistas de dedos largos y perfectamente formados. En su poesía amorosa describen su ideal de belleza femenina:
«Única es (mi) amada, sin ninguna segunda, Más hermosa que cualquiera. Mira, ella es como la Estrella Que se alza al comienzo del buen año, Cegadora, excelente, de tez clara, Hermosa cuando los ojos la miran. Sus labios son dulces cuando habla, Ella no tiene palabras de más. De largo cuello, clara de pecho, Sus cabellos son (de) verdadero lápiz lázuli, Sus brazos sobrepasan al oro, Sus dedos son como flores de loto, Ancha de labios, angosta de cintura, Sus muslos subrayan su belleza. Equilibrada de ‘trancos’ cuando camina la tierra, Ella aferró mi corazón en su abrazo. Ella hace girar los cuellos De todos los hombres Para mirarla. Feliz es todo aquel que la abraza, Siendo como la primera de las amantes. Cuando avanza, ella parece Como la Diosa Dorada, la Única»
(Papiro Chester Beatty I, col. I, 1ª estrofa)
Como conclusión final se puede afirmar, que el hombre egipcio no fue muy diferente al que hoy en día podríamos encontrar en Egipto, son una masa de coptos islamizados, que ha soportado a lo largo de siglos, las mezclas con razas vecinas de Asia, África y el Mediterráneo, y ha mantenido estable un prototipo de hombre, la materia prima. Ellos son los verdaderos herederos de una de las civilizaciones más ricas y esplendorosas de la historia de la humanidad.
Las maravillas de la antigüedad surgen de los listados de diferentes historiadores y viajeros griegos. Anaximando de Mileto (S. VII-VI a.C.) realizó un primer intento de describir la tierra, realizando un compendio geográfico de su viaje, «PERIODO GES».
Pero fue Herodoto (S. V a.C.) quien en sus «NUEVE LIBROS DE HISTORIA» describió por primera vez las «maravillas» que había que ver y visitar en sus viajes por los territorios de Oriente. En el periodo helenístico se perfilan las llamadas «Siete maravillas del mundo antiguo», cuando la «periégesis» (del griego: ??????????? «conducir en torno a «), se configura como una crónica de los viajes. Se atribuye a Filón de Bizancio (S. II a.C.) el primer tratado sobre las «Siete Maravillas», sin embargo parece seguro que lo copió de alguna recopilación anterior. Tampoco hay que olvidar que Alejandro Magno en sus viajes de conquista, iba acompañado de eruditos, historiadores y geógrafos, encargados de narrar no solo sus victorias, sino también los monumentos y culturas conquistados, cuya alusión implica ya una valoración.
Estas maravillas fueron construidas en diferentes etapas de la historia antigua y su duración también fue variable. Algunas existieron pocos años antes de ser destruidas, mientras que las pirámides aun existen tras 4500 años. Estos listados fueron hechos por griegos y obviamente tienen una fuerte influencia de su civilización, además de ubicar sólo las maravillas del mundo conocido por ellos, por ejemplo no se listan maravillas chinas, ambas civilizaciones no tenían contacto en aquella época.
LAS PIRÁMIDES
Fueron construidas por los egipcios alrededor del año 2500 antes de Cristo y aún existen hoy en día, a pesar de que parte de la piedra usada en su construcción fue removida en la edad media por los habitantes de El Cairo para usarla en la construcción de viviendas, palacios y obras publicas.
La más grande y principal pirámide es la de Keops en Giza. Tiene alrededor de 150 metros de altura y más de 2.300.000 piedras de impresionante tamaño. Es común la creencia de que estas pirámides fueron usadas por los reyes del Reino Antiguo como grandes monumentos mortuorios. Para su construcción fue necesario un ejército de obreros, no de esclavos como se cree popularmente, que trabajó durante 10 años. El historiador griego Herodoto viajó a Egipto alrededor del año 450 antes de Cristo e incluyó la descripción de las pirámides en su famoso libro de Historia, aunque su descripción, rodeada de mitos, poco se parece a la realidad
EL MAUSOLEO DE HALICARNASO
Mausolus gobernó la ciudad de Halicarnaso junto con su reina Artemisa durante 24 años, extendiendo sus dominios a otras ciudades griegas del Asia Menor y a la isla de Rodas, fundando otras ciudades en las costas del Asia Menor. En el año 353 antes de Cristo, Mausolus murió dejando en el trono a Artemisa. Ella decidió rendir un homenaje incomparable a Mausolus, su esposo.
Para ello reunió a los más famosos artistas griegos que construyeron un mausoleo de enorme magnitud y de notable riqueza artística, adornado con escenas diversas y gran cantidad de maravillosas estatuas. Durante el reinado de Artemisa, Halicarnaso debió enfrentarse a la rebelión de Rodas que fue brillantemente aplastada. El reinado de Artemisa fue corto, tan solo 2 años, dejando su obra inconclusa. A pesar de ello los artistas decidieron seguir con la obra hasta concluirla. El Mausoleo se mantuvo intacto hasta que en el año 1404, que fue destruido por un terremoto. Con sus piedras, los cruzados construyeron una fortaleza para combatir a los turcos, eliminando la mayoría de los vestigios.
EL COLOSO DE RODAS
La ciudad de Rodas ubicada en la isla del mismo nombre era en la antigüedad un importante centro económico, debido en parte a su activo y bien situado puerto. En el año 332 antes de Cristo, Alejandro Magno tomó la ciudad. A su muerte, los Diádocos pelearon para repartirse los restos de su imperio. La ciudad de Rodas apoyó a Ptolomeo que había logrado apoderarse de Egipto, irritado Antígono, otro de los diádocos, envió a su hijo Demetrio al frente de un ejercito de 40.000 hombres para conquistar la ciudad. Rodas poseía enormes murallas y estaba bien fortificada, pero su población era inferior al ejercito de Demetrio. Para conquistarla, construyo enormes maquinas de asedio, empleando grandes cantidades de madera y metales en las mismas, pero los habitantes de Rodas consiguieron repeler los ataques, ayudados también por circunstancias fortuitas como el clima. Finalmente Ptolomeo envió una flota desde Egipto para levantar el sitio y las tropas de Demetrio se replegaron. Para festejar esta victoria y su libertad los habitantes de Rodas decidieron construir un coloso.
Este coloso era una estatua de bronce de proporciones gigantescas, pero hueco en su interior. Las placas de bronce que lo recubrían estaban sostenidas por una malla de hierro y por columnas de piedra. El coloso fue erigido en la entrada del puerto de Rodas y podía ser visto por los tripulantes de los barcos que se aproximaban desde muy lejos. La estatua se mantuvo en su lugar durante 67 años, al cabo de los cuales fue destruida por un terremoto. El rey de Egipto ofreció a los habitantes de Rodas ayuda para reconstruirla pero estos se negaron temiendo que el terremoto hubiera sido obra del dios Helios, ofendido por esta estatua que era parecida a él
EL FARO DE ALEJANDRIA
En el año 332 antes de Cristo, Alejandro Magno que había conquistado Egipto fundó Alejandría. La ciudad fue ubicada a 20 Km de la desembocadura del río Nilo para evitar que los sedimentos acarreados por el río, obstruyeran el puerto de la ciudad. Además de un puerto marítimo, se construyó un puerto fluvial que estaba conectado con el río Nilo por un canal. Alejandro murió y la ciudad fue terminada por Ptolomeo, el nuevo rey de Egipto. Para facilitar la navegación de los barcos que se aproximaban a la ciudad, Tolomeo decidió construir un faro, que para la época era único en el mundo y por su altura era el edificio mas alto del mundo, después de las pirámides.
El faro fue construido en la isla de Pharos (de ahí el nombre) comenzando en el año 290 antes de Cristo y finalizando 20 años después. Se dice que el faro fue dañado varias veces por varias circunstancias, pero sobrevivió hasta el año 1326 cuando finalmente se derrumbó.
EL TEMPLO DE ARTEMISA EN EFESO
El templo de Artemisa en Éfeso fue construido, destruido y reconstruido en varias ocasiones desde su primera creación alrededor del año 800 antes de Cristo, en el lugar donde había impactado un meteorito. La zona donde estaba ubicado era pantanosa lo que dificultó las obras. En el año 550 antes de Cristo, Craso conquistó la ciudad destruyendo el templo pero luego contribuyó a la construcción de uno mucho mayor. Este templo fue el orgullo de Efeso hasta que un demente, buscador de fama, llamado Herostratus lo incendió intencionalmente.
El último templo que se construyó fue el mas magnifico y tenia alrededor de 140 m. de largo, 70 de ancho y 20 metros de altura. Este templo duró hasta el año 262 en el cual los Godos en un raíd lo destruyeron, junto con la mayoría de la ciudad. La posterior conversión de los emperadores romanos al cristianismo impidió la reconstrucción del templo, a pesar de que la ciudad fue reconstruida.
LOS JARDINES COLGANTES DE BABILONIA
Según dicen los relatos, el rey de Babilonia Nabucodonosor se casó con Amyitis, la hija del rey de los Medos, sellando así, la alianza entre ambos monarcas. Esta mujer acostumbrada a las montañas llenas de vegetación de su país, no lograba acostumbrarse a las planicies soleadas y yermas de Babilonia. Por ello el rey Nabucodonosor ordenó la construcción de los jardines. Eran una especie de zigurat con enormes plataformas planas que contenían tierra de tal manera que pudieran albergar incluso árboles. De esta manera se construyo una montaña artificial. Teniendo en cuenta que en Mesopotamia la piedra era escasa, la estructura debió fabricarse con ladrillos, lo que presentaba el inconveniente de necesitar una aislamiento hidrófugo para impedir que la humedad de la tierra deteriorara esta estructura. Para ello los babilonios recurrieron a recubrir los lugares donde la tierra iba alojada con asfalto y en algunos casos con plomo. Aun hoy en día se ignora si estos jardines existieron en realidad o es tan solo una leyenda. Ya que aún no se ha encontrado aún ningún vestigio de ellos., pero ha quedado en el imaginario colectivo.
LA ESTATUA DE ZEUS EN OLIMPIA
En Olimpia los griegos se reunían para celebrar los Juegos Olímpicos una vez cada cuatro años. A medida que estos juegos fueron creciendo en importancia, se fueron desarrollando estructuras cada vez más ambiciosas en la zona. Una de las estructuras era el estadio en el cual tenían lugar los juegos y que aún podemos contemplar, a pesar del lógico deterioro del tiempo. En otro sector se construyeron varios templos. Alrededor del año 470 antes de Cristo se acordó que era necesario un gran templo para Zeus, el rey de los dioses, concluyendo su construcción en el año 456 antes de Cristo. Pero esto no fue suficiente para los devotos adoradores de Zeus y decidieron que este templo no podía ser un templo cualquiera sino que tenia que tener algo que lo distinguiera de los demás, por ello encargaron la construcción de una fabulosa estatua criselefantina.
La estatua mostraba al dios sentado en su trono y tenia aproximadamente 7 metros de altura y 13 de ancho, ocupando la mayor parte del volumen del templo. Estaba elaborada con materiales muy valiosos como marfil, que representaba la carne; oro para los ropajes, armadura, cabellos, otros metales y sobre un armazón de madera. En el año 392 los juegos olímpicos fueron abolidos, ya que los cristianos los veían como un ritual pagano y la estatua fue llevada a Constantinopla donde se incendió y quedo destruida en el año 462.
Amenhotel III o Amenofis III, según la lengua que utilicemos, fue el 9º faraón de la Dinastía XVIII de Egipto (Imperio Nuevo) hacia el año 1.400 a.C.
La cabeza se encuentra actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo.
Esta escultura, de autor desconocido, mide 38 cms. de altura y está realizada en arcilla estucada y pintada y conformada en bulto redondo. Fue descubierta en el patio de la cachette, entre el 3º y 4º pilono del Templo de Amón-Ra en Karnak, por G. Legrain (1903-1905)
El faraón es representado con rasgos juveniles y con la corona azul (khepresh) de guerra. La corona azul es concurrente en las representaciones de los faraones de la Dinastía XVIII, debido a las numerosas acciones bélicas que tuvieron lugar en Egipto. Dicha corona lleva la cobra sobre su frente, símbolo de realeza. Llama la atención que se elija esta corona para adornar la cabeza, dado que Amenhotep III fue uno de los faraones menos guerreros en la historia del Antiguo Egipto. Cabe pensar que sea una maniobra propagandística, acción documentada en referencia a las representaciones de la Dinastía XVIII.
La época de Amenhotep III fue la más esplendorosa de la historia egipcia. A este faraón se le conoce como el “Rey Sol”. Heredó de sus antepasados, especialmente de Tutmosis III, el faraón guerrero, una de las potencias de la época; como resultado, el arte en todas sus manifestaciones, alcanza su máximo esplendor durante su reinado.
Desde el principio de la dinastía se aprecia un cambio estilístico respecto a los Imperios Antiguo y Medio; se crean esculturas maravillosas de refinada ejecución, los rasgos se dulcifican y abandonan su estilo severo. Paulatinamente van dejando de ser imágenes idealizadas de los faraones
para ser más individualizadas. Se da mayor énfasis a los rasgos personales, aunque en los últimos años de su reinado (Amenhotep III fue uno de los faraones más longevos), se le represente aún con rasgos juveniles. Por tanto, a pesar de que la cabeza represente una imagen juvenil y con rasgos suaves, ésta puede ser fechada a finales de su reinado, cuando comienza a notarse la influencia del arte de Amarna (ojos excesivamente rasgados, cejas arqueadas siguiendo la línea de los ojos y labios carnosos).
Se conocen más estatuas de Amenhotep III que de ningún otro faraón egipcio, incluido Ramsés II, todo un record.
Fue construido por la reina Hatshepsut en forma de terrazas de grandes dimensiones con columnas que se confunden con la ladera de la montaña, situada tras el templo. La obra se debe al arquitecto Senenmut quien consiguió una perfecta armonía de proporciones además de emplear los mejores materiales. El templo está en parte excavado en la roca y en parte construido externamente, basándose en las construcciones previas realizadas por Montuhotep I. Se construyó entre los años séptimo y vigesimoprimero del reinado de la reina y Tutmosis III.
Constaba de una calzada de 36 metros de anchura rodeada de esfinges que conducía desde el templo de acogida hasta el gran patio, al que se accedía a través de dos terrazas escalonadas, construidas en la ladera de la montaña y unidas mediante rampas. Las terrazas se apoyan en muros de carga y están separadas por columnatas o pórticos.
Tras la entrada se accede a la primera terraza, un gran patio rodeado de muros bajos y largos con un doble pórtico de cierre. Está decorado con relieves que representan barcazas construidas para transportar los obeliscos desde Assuán al gran templo de Amón en Karnak y escenas de caza y pesca. En esta primera terraza había dos estanques con forma de T que contenían plantas ornamentales.
Una rampa ascendente con el león que protege el nombre de la reina da acceso al segundo nivel, con un pórtico formado por dos filas de veintidos pilares cuadrados con escenas del nacimiento, educación y coronación de la reina y una expedición comercial por mar
hasta el país de Punt, así como la procesión de regreso al templo de Amón. Estos famosos relieves fueron ya restaurados por Seti I. A la derecha otro pórtico inacabado con columnas y cuatro nichos. En el ángulo entre ambos pórticos se encuentra la capilla de Anubis con un vestíbulo y tres santuarios, decorado con escenas de su padre, Tutmosis I y Hatshepsut haciendo ofrendas a Anubis y Amón. En el extremo izquierdo está la capilla de Hathor excavada en la roca y que se compone de dos salas hipóstilas. Una de las salas consta de columnas hatóricas y la otra de columnas acanaladas. El templo está decorado con escenas de fiestas en honor de Hathor y ofrendas de la reina a los dioses así como decoración del firmamento.
La tercera y última terraza contenía veintidós columnas precedidas de pilares osiríacos, que fueron destruidos por Tutmosis III cuando asumió los plenos poderes tras la muerte de Hatshepsut. En este nivel, en el lado sur, a la izquierda de la terraza, se encuentra la capilla de Tutmosis I y la cámara de ofrendas de la reina, excavada en la roca. En el lado contrario, norte, están las salas dedicadas a Ra-Horajti, un vestíbulo con nicho sobreelevado y un patio interior con ara solar, y las de Amón y Amonet.
La última estancia del templo, el santuario, consta de tres salas con nichos para colocar objetos de culto, la primera de las cuales estaba destinada a albergar la barca sagrada. En ella hay decoraciones de la reina, su hija Neferura y Tutmosis III haciendo ofrendas a Tutmosis I y II y a la reina Ahmes Nefertari. La tercera sala fue excavada por Ptolomeo Evergetes II y está consagrada al culto de funcionarios divinizados como Amenhotep (Hijo de Hapu) e Imhotep. En el lado occidental de la parte trasera de la sala se encontraban una serie de nichos que contenían estatuas de la reina y una entrada en el muro conducía al santuario. Desde el segundo patio se accedía a unas capillas que estaban dedicadas a Anubis y Hathor.