La Ciudadela ibérica está situada en la zona que los antiguos llamaron Cosetania y habitada por los cossetanos o cessetanos, una tribu íbera perteneciente a la actual provincia de Tarragona. Data del S. IV a.C., aunque estuvo habitada desde el S VI a.C. hasta el S. I a.C.
Era una extensión de aguas salobres rodeadas por tierra firme, formando pequeños islotes y penínsulas, por lo que la ubicación de la ciudadela tiene sentido por el hecho de controlar esos estanques y marismas y proteger los accesos a las ricas llanuras del interior a través de sus pasos naturales como la riera de la Bisbal o el torrente de la Cobertera. Actualmente la geografía ha cambiado bastante la zona, el mar se ha retirado un tanto de la zona y, donde antes existían extensiones con grandes posibilidades de caza y recolección, además de juncos y palmitos para la elaboración de sus recipientes; hoy surge la «civilización» en forma de urbanizaciones de chalets y apartamentos que rodean la ciudadela cual romanos sitiándola.
Se han constatado también intercambios de productos manufacturados con otro pueblos del Mediterráneo: el mundo púnico ibicenco, Grecia, Italia y el sur de Francia. Formaba parte de un complejo entramado de ocupación, que se articulaba entorno a dos grandes núcleos: Darró, actual Vilanova i la Geltrú, y Masies de Sant Miqel (actual Banyeres del Penedés), dependiendo de ellos existían asentamientos de campesinos y ganaderos, dedicados al cultivo de cereales, legumbres, viñedos y olivos, además de la cría de cabras, ovejas y, en menor grado, cerdos, caballos y bueyes.
Antes de la construcción de la Ciudadela había un poblado (S. VI-V a.C.) del cual aún se pueden ver restos de la zona externa de la muralla. A finales del S. V a.C. se desmontó el muro antiguo que cerraba el poblado y se edificó un cinturón de murallas reforzado por dos torres y se excavo un foso. Estas nuevas murallas rodeaban un recinto de unos tres mil metros cuadrados. Su interior estaría habitado por la aristocracia de la tribu cosetana y el personal a su servicio.
Las casas se organizaban alrededor de calles que, adaptándose a las irregularidades del terrero, esbozaban un trazado más o menos ortogonal.
Esta ciudadela se abandonó a finales S. III a.C. e inicios del
S. II a.C., cuando se encontraba en su máximo esplendor sin que conozcamos los motivos, tal vez podría deberse a las revueltas antirromanas. En aquella época se estaba disputando la Segunda Guerra Púnica, en las excavaciones se han encontrado restos de una torre de asalto romana, que se ha reproducido para explicar el derribo de sus murallas. Las crónicas romanas durante la conquista de Hispania califican los botines como «utensilios bárbaros y esclavos miserables»
Durante el S. I a.C. se ocupó parcialmente y se abandonó definitivamente poco después. El establecimiento a solo quinientos metros de distancia de la villa romana de Vilarenc puede darnos las claves de su abandono.
En 1992, tras diez años de excavación, se inició un proyecto que hasta la fecha, es el único intento de reconstrucción in situ de un yacimiento arqueológico ibérico dentro de España, con el objeto de hacer comprensible el mundo de las tribus prerromanas, para ello se han rehecho las antiguas viviendas con métodos de arqueología experimental, recreando los interiores con réplicas de los objetos recuperados en las excavaciones.