La arquitectura griega de época arcaica (S. VI aC) desarrolló, a lo largo de sus años de evolución, diferentes tipologías de edificios, entre las que se encuentran los llamados tesoros, edificios destinados a albergar ofrendas públicas o privadas, con los que se conmemoraban acontecimientos históricos de carácter político o militar.
A este tipo de arquitectura pertenece el Tesoro de los Sifnios, que formaba parte del santuario construido en Delfos para albergar, según cuenta el historiador griego Pausanias, las ofrendas realizadas por sus habitantes para celebrar el poder económico que había alcanzado ese lugar.
Era un pequeño edificio, de 6 x 8,5 m. y compuesto por una planta rectangular que alberga en su interior una cella cuadrada. El edificio se abría al exterior mediante un pórtico, cuya singularidad consistía en la sustitución de las columnas habituales que componían este tipo de edificios, por esculturas femeninas o Koré, realizadas siguiendo los patrones escultóricos de época arcaica, que en el mundo antiguo recibieron el nombre de cariátides.
Este tipo de pórticos podrían tener su precedente en el arte neohitita, concretamente en los «bithilami», o pequeñas estructuras palaciales que se abrían al exterior mediante columnas compuestas por esculturas de bulto redondo de figura humana, habituales también en el arte sirio. Se producía en estos casos una combinación de arquitectura y escultura, que aportaba a las obras una cualidad decorativa y representativa, y que en el caso del Tesoro de los Sifnios tenía su complemento en la decoración del friso superior, desarrollando toda una serie de elementos que convertirán a este edificio en el más directo precedente del Erechteion, construido en la Acrópolis de Atenas en el último tercio del siglo V, perteneciente ya al jónico clásico.
El Tesoro de los Sifnios está considerado como una de las primeras muestras del orden jónico, uno de los tres sistemas de composición arquitectónica desarrollados por el arte griego, cuyo origen se encuentra en el mundo oriental, en Asia Menor, aunque se desarrolló también en la Grecia Continental. En este caso podemos observar cómo, a pesar de no poseer capiteles, el edificio desarrolla algunos de los que serán los rasgos típicos del jónico, como la presencia del friso continuo esculpido o las molduras decorativas. Dichos elementos denotan la influencia del mundo oriental y contrastan con el estilo sobrio y robusto del orden dórico de época arcaica.